Hacia una nueva normalidad

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Por Aldo Hernando

Resulta difícil saberlo, por lo menos en este momento donde nuestras cabezas comienzan a sentir los efectos del encierro. Resulta complicado descifrar que nos traerá esta crisis. Varios analistas señalan que habrá un cambio en el orden mundial, eso tal vez sea lo más seguro. Pero qué implica ese cambio yo no lo sé. Quiero pensar que habrá un cambio para bien, pero acaso con la caída de Lehman Brothers cambiaron los bancos, acaso cambió algo luego de la gripe H1N1.

Pasaron ambas crisis y continuamos igual, o incluso peor. Porque al planeta lo seguimos maltratando. Continuamos teniendo esa mirada antropocéntrica de la realidad, pensando que los seres humanos somos el centro de la naturaleza y ésta nos pertenece. Y no es así. Una prueba contundente de que no lo es es ésta situación que atravesamos por un virus, tan chiquito que no lo podemos ver a simple vista.

El COVID-19 nos vino a recordar nuestro lugar en el mundo, así como nos lo recuerdan los huracanes, terremotos, inundaciones. No somos más que la naturaleza. Somos apenas un ser vivo más en un planeta que es a su vez un punto en el inmenso universo. Todas nuestras guerras, nuestras propiedades, nuestro dinero son parte de un punto en el universo, tan vulnerables que un virus nos tiene a todos preocupados en nuestras casas. Si algo podemos sacar de esto es entender que el universo ni la naturaleza giran a nuestro alrededor, tan sólo somos una pieza más.

Al ambiente debemos cuidarlo, debemos respetarlo porque nosotros somos el ambiente. Vemos en la televisión o en nuestros dispositivos móviles imágenes de animales caminando por las calles de diversas ciudades del mundo, leemos y escuchamos que la contaminación bajó, vemos imágenes de China o India con polución y sin polución durante la cuarentena, y nos alegramos. Pero por otro lado queremos volver a “la normalidad” de antes. ¿Lo de antes era la normalidad? ¿La contaminación y la degradación del ambiente eran la normalidad?

Que lo de antes era la normalidad querrán que pensemos los que les conviene que vuelva esa normalidad, los que lucraban mucho dinero con ella. Y no dejarán de repetirnos por todos los canales disponibles ese deseo de volver a esa normalidad. Pero no debemos engañarnos, era no era la normalidad. Tampoco será esta. Esta crisis, como todas, puede ser una oportunidad. Una oportunidad para construir una nueva normalidad, donde el ser humano se comporte como una pieza más del ambiente, ni menos ni más que éste. Conviva en armonía con la biodiversidad.

Esto no va a pasar sólo sino que va a pasar si queremos que pase. Porque otra cosa que dejó al descubierto el Coronavirus es que el mundo no funciona con el 1 % más rico solamente sino con el restante 99% trabajando. Coca Cola no sería Coca Cola sin sus trabajadores ni sin quienes la consumen. Los “reyes” del petróleo tampoco lo serían si la gente no consumiría nafta, y claramente lo vimos con el “crack petrolero” de hace unos días. Las grandes empresas sin los trabajadores y trabajadoras, sin los consumidores y consumidoras no son grandes empresas. Su dinero antes fue nuestro dinero.

El COVID-19 lo mostró claramente y las grandes empresas quieren taparlo, no quieren que nos demos cuenta. Quieren que volvamos rápido a “la normalidad” para que dejemos de pensar en esto. Porque de lo contrario su poder correría serio riesgo. Si todos en todo el mundo dejaramos de consumir Coca Cola, ésta no existiría. El Coronavirus paró la pelota por un tiempo. El orden mundial seguramente cambié, como lo señalan muchos analistas, y eso no depende mucho de nosotros. ¿O si?

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