Advierten que por la pandemia «una parte de la población infantil sufre un retraso en la socialización»

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Lo afirmó Verónica Maggio, directora de la Diplomatura en Trastornos del Lenguaje Infantil de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

Miércoles 11 de Mayo de 2022 –  El 12 de mayo se celebra el día del fonoaudiólogo, una profesión muy amplia que cuenta con diversas áreas de trabajo:

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– La rama audiológica y vestibular, en la que se detectan y tratan las alteraciones del oído y el equilibrio;

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– El área vocal, en donde se tratan las alteraciones de la voz y se potencia el desarrollo vocal en profesionales (cantantes, actores o locutores);

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– El área fonoestomatológica, en donde se evalúan y tratan alteraciones deglutorias, respiratorias y del habla;

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– El área de comunicación, en donde se asiste a niños y adultos con problemas en el lenguaje.

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Según especialistas de la Universidad Austral, dentro del área de lenguaje infantil en la actualidad se detecta un gran crecimiento de las consultas postpandemia: cada vez son más los niños que no hablan en las etapas esperables.

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«El confinamiento impidió desarrollar una vida corriente en la que se acude al colegio y se generan vínculos sociales. El encierro y la imposibilidad de asistir a clases presencialmente llevó a que muchos pequeños tuvieran muchas horas de exposición frente a dispositivos electrónicos», aseguran los profesionales.

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«Como consecuencia, una parte importante de la población infantil sufre actualmente un retraso en los procesos de socialización y de comunicación”, afirmó Verónica Maggio, directora de la Diplomatura en Trastornos del Lenguaje Infantil de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

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La doctora en fonoaudiología enumeró algunas de las pautas de alarma, a distintas edades, con la finalidad de identificar la necesidad de realizar una consulta fonoaudiológica, y recurrir a un tratamiento temprano de los déficits que la pandemia ha dejado:

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  • A los 18-24 meses: dificultad para seguir órdenes como “Dame, tomá, vení, sentate».

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  • A los 2 años y 6 meses: dificultad para comprender órdenes como “Abrí la puerta”, “Trae el zapato”. A veces, puede responder a esas órdenes si se le repiten mucho o si se les señala lo solicitado

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  • Entre los 18 y 23 meses: uso de menos de 10 palabras entendibles

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  • A los 24-30 meses: uso inferior a 50 palabras

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  • A los 30 meses: uso persistente de gestos para hacerse entender, en lugar de producir palabras. En ese mismo período: el pequeño puede decir números, colores, letras, etc.; pero es incapaz de pedir lo que quiera a sus papás o de manifestar si algo le duele

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  • Otro signo de alarma también a los 30 meses es repetir todo al pie de la letra, sin interpretar lo que se le está diciendo, y/o usar un lenguaje propio e inentendible

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  • A los 30-36 meses: no lograr la unión de dos palabras; puede que diga palabras aisladas, pero es incapaz de combinarlas

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  • Puede ocurrir que el niño hable, pero no se entienda lo que dice o que solo la mamá logre entenderlo, y otras veces ni siquiera ella pueda hacerlo

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  • En otras ocasiones: puede que el niño intente producir palabras, pero solo es capaz de decir algunas sílabas desdibujadas

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  • Entre los cuatro y los cinco años: que no pueda contar brevemente qué hizo en el jardín, que no recuerde las palabras, o que hable repetitivamente de un solo tema de su interés.

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Ante la presencia de cualquiera de estos síntomas, Maggio recomienda no sólo recurrir a un especialista sino también ayudar a estimular el lenguaje.

 

“Es importante hablar a los niños cara a cara, y lentamente, mediante el uso de frases cortas con palabras simples. También acentuar las palabras más importantes de la frase”, resaltó la especialista y agregó que cuando el niño señala cosas es importante nombrarlas.

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“Otra oportunidad que tenemos los adultos para estimular el lenguaje es utilizar diferentes situaciones cotidianas y darle pequeños comandos para cumplir, del tipo ‘traeme un vaso’, ‘andá a buscar tus zapatos’ así como enseñarle canciones infantiles como “Cabeza, hombros, rodillas, pies”, en donde tenga que señalar y, ocasionalmente, copiar lo que escucha”, sugirió la académica.

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Finalmente, Maggio concluyó que la lectura de cuentos simples con imágenes, acentuar las palabras importantes, pedirle que señale los personajes y -en la medida que pueda- que cuente con sus palabras lo que ve, es algo que se puede realizar con frecuencia desde muy temprana edad.

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