Pueblos de Buenos Aires: Comandante Nicanor Otamendi cumple 109 años

Por Federico García

Hoy, 29 de mayo, se cumplen 109 años de la fundación de Comandante Nicanor Otamendi, un pueblo ubicado en el sureste de la provincia de Buenos Aires, perteneciente al Partido de General Alvarado. Fue fundado un 29 de mayo de 1911.

Lleva su nombre en recuerdo del Comandante del Ejército Argentino Nicanor Otamendi, muerto a manos de los indios de un malón comandado por el cacique Yanquetruz, de más de 200 lanzas, junto a la casi totalidad de los 125 soldados de las milicias nacionales que el mismo Teniente Coronel Otamendi lideraba, con la intención de cerrarles el paso.

El comienzo de este pueblo fue la estación del Ferrocarril del Sud llamada «Dionisia«, la cual por muchos años se llamó así mientras que el pueblo recibió el nombre del militar. Años más tarde se le da el nombre del pueblo también a la estación, ya que las tierras donde se construyó la traza pertenecieron a Otamendi, quien las recibió como pago de sus servicios militares, algunas de ellas siguen perteneciendo a sus descendientes. 

El antropólogo egresado de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (UNLP), Fernando Brittez, escribió el libro «Los pagos de Dionisia.Historia del partido de General Alvarado y del pueblo de Comandante Nicanor Otamendi «(Libros del Espinillo), que se publicó este año, una historia del Partido de General Alvarado y Comandante Nicanor Otamendi.

El autor es también director del Museo de la Vida Rural de General Alvarado, ubicado en Moreno N° 2277 de Comandante Nicanor Otamendi. En declaraciones a Red Baires, Fernando Brittez se refiere al libro, el proceso de investigación que llevó adelante y sobre el nacimiento del pueblo, uno de los principales productores de papa del país y anfitrión de la Fiesta Provincial de la Papa.

-¿Cómo surgió el libro?

“Los pagos de Dionisia. Historia del partido de General Alvarado y del pueblo de Comandante Nicanor Otamendi” es un resultado natural de mi trabajo como antropólogo y director del Museo de la Vida Rural de General Alvarado, ubicado en el pueblo de Comandante Nicanor Otamendi, institución dependiente de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de General Alvarado.

La obra surgió de la necesidad de poner por escrito parte de lo que había podido conocer sobre el pasado de la región y sus pueblos después de varios años de investigación en campo y archivo, y de cubrir tanto la ausencia de una historia integral del territorio del partido, como la falta de una historia escrita del pueblo de Otamendi. El libro se publicó en enero de 2020 y puede hallarse información sobre el mismo en su página de facebook: Los pagos de dionisia.

-¿Cuánto tiempo te llevó la investigación?

Fueron dos años de escritura, pero la obra es resultado de unos treinta años de investigación, desde mis épocas de estudiante en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata. El libro es una síntesis en lenguaje ameno de un trabajo mayor, e incluye imágenes y una importante cantidad de datos inéditos hasta el momento.

-¿Cómo fue el proceso de investigación?

El proceso de investigación pasó por diferentes momentos y ritmos, pero se fue dando como algo natural, producto de mi actividad cotidiana como investigador y educador. Llegó el momento en que poner en orden toda esa información se transformó en una necesidad y abandoné temporariamente otros proyectos, en especial otro libro a medio escribir, para hacerlo de una vez. Un aspecto a destacar es el sacrificio y paciencia de mi familia, ya que el libro fue escrito restándoles tiempo y dedicación a ellos.

-En una nota anterior sostenes que se aleja de las claves tradicionales de narrar, ¿por qué?

Me refería a la forma y énfasis que generalmente adoptan las narrativas sobre el origen de los pueblos pampeanos, en la mayoría de los casos centradas en la historia política y en figuras individuales, como padres/madres fundadores y grandes hombres locales por ejemplo. Los pagos de Dionisia, en cambio, propone una mirada de la historia donde los fenómenos sociales y la cuestión de la tierra juegan un papel central, partiendo de dos premisas fundamentales.

Primero, que la historia no comienza con la creación del partido y sus pueblos, sino que hunde sus raíces en el pasado prehispánico profundo. Segundo, que las llamadas “fundaciones” no son producto de una voluntad individual, sino que los pueblos (en realidad las “comunidades”) se fueron fundando colectivamente a lo largo del tiempo. Esto no siempre resulta obvio en los relatos fundacionales de la tradición oral.

-¿Cómo surge el nombre de Dionisia?

El nombre se relaciona con el origen del pueblo, levantado en terrenos que en el siglo XIX pertenecieron a la Estancia Infierno, propiedad de la familia Otamendi. Balbina Josefina Otamendi, la gestora del proyecto, heredó la fracción norte de la estancia y cedió los terrenos para la construcción de la estación del ferrocarril, logrando que se impusiera a la misma el nombre de su madre, “Dionisia” (Byron), que fue librada al servicio en febrero de 1911.

De inmediato solicitó a las autoridades provinciales autorización para crear un pueblo homónimo en sus inmediaciones, pero el nombre fue rechazado por no encuadrar en la normativa vigente, siendo aprobado como alternativa el de “Comandante Nicanor Otamendi”. Pero desde el principio la gente llamó “Dionisia” al pueblo y entorno rural de la estación, nombre que persiste informalmente hasta nuestros días.

-¿Cómo nació el pueblo?

Otamendi es parte de la oleada de pueblos surgidos a la vera del ferrocarril a principios del siglo XX. Su fecha de fundación oficial es 29 de mayo de 1911, un momento de auge de los negocios inmobiliarios asociados a la expansión del tren y la valorización de la tierra en proximidades de las
estaciones. Después de la mal llamada “Campaña del Desierto” el ferrocarril fue imprescindible para el desarrollo económico del país y sus estaciones se transformaron en excelentes oportunidades de negocios privados.

Su instalación valorizaba notablemente las tierras privadas del entorno y habilitaba a los dueños de campos “con estación” para el negocio inmobiliario, previa solicitud de autorización para fundar pueblos. En este contexto surgen el pueblo de Otamendi y tantos otros. La cuestión, que excede el caso específico de Otamendi, esta bien desarrollada en el libro.

-De toda tu investigación, ¿qué sucesos o características te resultaron más interesante de la fundación del pueblo?

Hay muchos aspectos apasionantes en la historia del pueblo. Para la primera parte, los tiempos prehispánicos, sin duda que el poblamiento de la zona a fines del Pleistoceno es uno de ellos. ¿Cómo fue la llegada de estas familias de cazadores a un lugar sin gente? Para el momento de contacto hispano-indígena, y específicamente el siglo XVIII, es la llegada de los jesuitas, que levantaron una misión 22 km al norte de Otamendi y exploraron sus inmediaciones con la intención de levantar una segunda.

Para el siglo XIX, los largos conflictos judiciales por la propiedad de la llamada “tierra pública”, que era en realidad “tierra indígena”. Para el siglo XX, ya creado el pueblo, uno de los aspectos mas interesantes es la similitud en el modo de vida e intereses de clase entre dos grupos hoy bien diferenciados: los trabajadores rurales y los pequeños chacareros arrendatarios.

-¿Qué lugares icónicos todavía se mantienen desde la fundación cuáles ya no están más?

La vuelta al cuadro de estación es un hermoso paseo que permite apreciar tanto el patrimonio ferroviario como parte de la arquitectura fundacional del pueblo. Y por supuesto nuestro museo, testimonio de la historia local y del modo de vida característico de los pueblos “paperos” del sudeste bonaerense.

En este aniversario te invitamos a mirar el documental que realizó en Museo de la Vida Rural de General Alvarado