Educación Ambiental: Una materia del presente

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Por Federico García

La Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNCPBA), como parte de su trabajo extensionista, desarrolló, entre los años 2014 y 2017, un proyecto de gestión integral de residuos sólidos urbanos junto a la escuela de Educación Primaria nº22, el colegio San Cayetano y el Inmaculada Concepción de la ciudad de Azul. También formó parte del proyecto el INTA (Agencia de Extensión de Azul).

Los objetivos del proyecto fueron capacitar a los docentes de distintos niveles en la problemática de RSU, y en Ciencias Naturales a través del uso de la valija-laboratorio; y transmitirles a los alumnos la importancia de la educación ambiental.

Para conocer un poco más del proyecto, hablamos con la Dra. Silvia Mestelan, ingeniera agrónoma, docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires, Secretaría de Ciencia, Tecnología y Postgrado de dicha Facultad y fue Directora del Centro Regional de Estudio Sistémico de Cadenas Agroalimentarias, centro dependiente de la Facultad de Agronomía (UNCPBA).

-¿Cómo surgió el proyecto?


Como miembro del grupo de investigación en compost, junto con personal de dos Laboratorios de la Facultad de Agronomía de la UNCPBA (Laboratorio de Análisis de Suelos, sustratos y sedimentos y Laboratorio Integrado de Microbiología Agrícola y de los Alimentos) habíamos asesorado a un municipio en relación a la optimización del proceso de compostaje en una planta de tratamiento de residuos sólidos urbanos (Tapalim, en Tapalqué), y analizado el proceso de compostaje en la planta URRA de Rauch.

Escuchando los problemas que planteaban los técnicos a cargo de las plantas entendimos que la separación de residuos en los hogares era fundamental. En el mejor de los casos habían logrado que la mitad de la población acompañara con la separación; la otra mitad quedaba para los trabajadores en la planta.

En poblaciones pequeñas como Tapalqué y Rauch significaba revisar y separar entre 500 y 1000 kg cada mañana. Como nuestra Facultad está en Azul, con 50000 habitantes, y en general, en la Argentina, producimos 1 kg por persona por día, lo que llega al relleno sanitario EcoAzul es mucho más difícil de manejar, lo que nos llevó a pensar en construir una estrategia para esta ciudad, junto con personal de Medio Ambiente del Municipio de Azul.

-¿Por qué decidieron trabajar con escuelas de primaria ?

Visualizamos que era necesario acompañar las iniciativas propias del Municipio de Azul en educación ambiental con un proyecto que comenzara a sembrar el germen de la separación de residuos hogareña en los más pequeños, a través de un proyecto de extensión de la UNCPBA, mientras por otro lado se desarrollaban distintas estrategias de abordaje del problema en el aula de secundaria, con trabajos finales del profesorado universitario en Ciencias Biológicas, que se dicta en la Facultad de Agronomía.

Experiencias alrededor del mundo marcan que ciertos contenidos de educación ambiental, como el reciclado de residuos domiciliarios,  se aprenden rápidamente y permiten adquirir conductas que se sostienen en el tiempo cuando los destinatarios de estas iniciativas son los jóvenes.

Si bien nuestro destinatario fue una escuela primaria periurbana, la Escuela Nº 22 Constancio C. Vigil, de Azul, alumnos y padres de los colegios secundarios San Cayetano e Inmaculada Concepción de esta ciudad acompañaron éste y dos proyectos de Extensión sucesivos.

Estas comunidades quedaron ensambladas de la siguiente manera: en la escuela 22 se aprendía a segregar residuos en el hogar, se reciclaban los residuos del comedor escolar compostándolos, y luego, con este sustrato se generaban plantines de hortalizas, que se harían crecer en un invernadero que ayudaron a construir padres y alumnos de los colegios secundarios mencionados, proporcionando un material especial: los ecoladrillos. Se capacitaba también a docentes de la escuela 22 en distintos aspectos del proyecto.

-¿Tuvieron en cuenta otros proyectos en otras ciudades?


Sí, todo lo que habíamos aprendido escuchando a Leticia París (ex Medio Ambiente Rauch) y a Gustavo Cocconi (Intendente de Tapalqué) y a la Lic. Ángela Mugnolo (Secretaria de Medio Ambiente de Tapalqué, en las etapas tempranas del proyecto de Tapalim). Capitalizamos también teorías de Educación Ambiental que se utilizan en Estados Unidos, aplicadas a comunidades rurales, a quienes benefician los proyectos de reciclado y compostaje puesto que no tienen recolección de residuos.

-La idea de capacitar a los docentes, ¿fue para que siguieran luego con el proyecto?


Sí, se comenzó con todos los docentes, y luego como ejemplo se trabajó con los estudiantes de 6to. año. Pero la idea era que los chicos de sexto fueran promotores del reciclado para los cursos inferiores, acompañados por los docentes a cargo del aula.

-¿La idea del proyecto es que sea integral, abarcando varias materias?

Sí, definitivamente un proyecto de reciclado de residuos domiciliarios, incluyendo huerta orgánica, toma aspectos de Formación de Ciudadanía, Ciencias Naturales por sobre todo, Matemáticas, Ciencias Sociales, y todos los espacios disciplinarios, con imaginación pueden entrar en él.

-¿Pensaron en trabajar también con los padres de los chicos y la comunidad?

Sí, pero costó articular porque quisimos que el primer nexo fuese con los padres de la Asociación cooperadora de la escuela; el punto es que la Asociación se estaba reestructurando y nunca se dieron las reuniones. No supimos cómo conectar con el resto de la comunidad luego.

-¿Tienen intenciones de llevarlo a otras escuelas o ciudades?

Como grupo de investigación y extensión, desde la Facultad de Agronomía cooperamos con el proyecto ComposTodos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNCPBA, que promueve el compostaje de los residuos del comedor universitario en el campus Tandil de la UNCPBA, y el compostaje en distintas comunidades de la dicha ciudad. Hemos tenido consultas puntuales de Laprida, pero no logramos consolidar un proyecto en esta ciudad.


El proyecto original, que buscaba la enseñanza de la gestión integral de los residuos sólidos urbanos en la escuela, fue dando espacio a otros actores de la comunidad universitaria que lo llevaron al territorio de los suelos urbanos, y la producción hortícola, apuntando a desarrollar tecnologías de compostaje de bajo volumen, adecuadas a la realidad de nuestros hogares. Ahí se involucró la escuela técnica Nº 2, con el desarrollo y diseño de distintos dispositivos que se usan hoy en el campus Azul y en la comunidad.

-¿Cómo ves la educación ambiental en Argentina? ¿crees que es una materia pendiente en las currículas?

Hay avidez tanto de los alumnos como de los educadores por desarrollar distintos temas o problemas ambientales. Algunas instituciones trabajan un problema durante todo un ciclo lectivo, todos los cursos, promoviendo proyectos institucionales integrales, que se abordan desde distintas disciplinas y como contenidos curriculares; en otras, el interés de algún docente hace que se traiga el tema a la clase, y funciona como proyecto curricular o como iniciativas extracurriculares.

Numerosas instituciones educativas se conectan con su comunidad a través de los problemas ambientales,  que interpelan a las sociedades y a las comunidades educativas contenidas en ellas.

La educación ambiental es un campo en continua evolución, que permite el abordaje de problemáticas que tienen eco en la comunidad joven, y por ello resulta en una herramienta cuya utilización posiblemente crezca en diferentes comunidades educativas del país.

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